La carretera vieja -recuperada como paseo en 1999- ya era tal, y la nueva, unos metros más arriba, luce sus jóvenes nogales, tal como la otra salida del pueblo.
La fábrica de hilados de D. Nemesio Andrés se encontraba en la margen derecha del Leza y enfrente del Hoyo de Vallejo. Aprovechaba con usura las aguas del río junto a la fábrica de arriba, las que estaban al final de El Cascajar y los molinos repartidos a lo largo de cuatro kilómetros.
A la otra parte del cauce, y protegido por un vallado de piedra, el tendedero. Allí -buena solana, ciertamente-, se tendía y secaba la lana. Había otros tendederos en La Cuesta, cerca de otras fábricas.
A día de hoy, recuerdo de esta edificación -desaparecida en un incendio- son las paredes que recogen pequeños huertos y -buen trabajo el del cantero- el cubo de piedra que almacenaba el agua que luego movería las máquinas.