Hay indicador en la carretera y señala que se encuentra a sólo 200 metros subiendo por el camino del cementerio. Una vez pasada la puerta de éste, se gira a la derecha y tras las ruinas de la ermita de "El Campo", encontraremos la nevera.
Son muchos los pueblos de La Rioja los que conservan topónimos con el nombre de "La nevera", "Camino de la nevera" o similares; bastantes guardan aún restos de las construcciones; en algunos se han restaurado (o recreado totalmente)... La nevera de Soto estaba todavía particulamente bien conservada incluso antes de la limpieza y reparación que se le hizo al principio de este siglo: la fotografía de la izquierda es de 1997. Tras la restauración luce toda su belleza.
Se trata de una construcción de piedra con un cuerpo cilíndrico de once metros de altura y un diámetro exterior de 7,8 metros. Está rematada con una cúpula que se apoya en el bancal y en cuatro robustos contrafuertes (lo que más deteriorado había llegado hasta nosotros).
Las neveras se utilizaban para almacenar la nieve que caía durante el invierno para ser utilizada en los meses menos fríos, normalmente con fines curativos o para la conservación de alimentos. La abertura de arriba o ventana de empozado (véase en detalle en la fotografía) servía para llenarla: la nieve se prensaba en capas separadas por hojas y paja para que se conservase mejor. Probablemente, la nevera de Soto dejó de funcionar como tal a finales del XIX o principios del XX. Dicen que se utilizó después para arrojar ropas de enfermos infecciosos del hospital, tal vez algún animal muerto...
Lo habitual es que las neveras estuviesen en lugares umbríos y con poco sol para mejor cumplir su función; muchas veces alejadas de la población. En este sentido nuestra nevera choca por encontrarse prácticamente en el casco urbano y en el carasol situado al suoroeste del pueblo.