Estamos acostumbrados a verlas ahora como objeto decorativo en muchos salones. Pero las chimeneas de fogón bajo convertían a las cocinas antiguas en el "salón de estar". Allí se conservaba el fuego día y noche y era, sobre todo en invierno, el sitio más agradable de la casa. Del llar se colgaba el caldero con la comida para los cerdos; dos morillos hacían que la leña no estuviese apretada... A pesar de ello, las cocinas antiguas solían tener una capa de hollín, tal cual refleja el refrán.